sábado, 18 de octubre de 2008

Tramo Pamplona-Santo Domingo (2)


Como si fuera una llamada especial que no quiere dar reposo a mis piernas, me despierta desde muy temprano el susurro de las bolsas de plástico y el roce de las mochilas en el suelo. Es el toque de salida de esos peregrinos más presurosos. Por eso es aconsejable mantener un cierto cuidado con tus pertenencias si no quieres perder tiempo en inútiles búsquedas. Sin embargo, a mí no me es difícil madrugar en el Camino. Me atrae asistir al alumbramiento del día, algo que se hace emotivo en el silencio y quietud del momento y que se transmite en cada partícula del aire. Precisamente es ese silencio el que con más intensidad se deja sentir, y es la luz recien llegada la que absorbe las imágenes y las recrea, acentuando los colores del paisaje. También hoy el camino nos habla además del esfuerzo del hombre en los campos trabajados y en orden; cereales, vid y olivos dan color a una geografía algo abrupta con imágenes propias de esta región. Volverá a hacer calor, pero unas nubes perdidas nos acompañan esta jornada hasta llegar a Puente la Reina. ¡Y ya, aunque son muchos los caminos, desde aquí a Santiago sólo será uno!

Entrar en Puente la Reina es un viaje hacia atrás en el tiempo y una confrontación con la historia del lugar. Estamos al comienzo de la calle Mayor: volvemos el pasado, a un lado existe una iglesia, llamada del crucifijo, aunque su nombre original fue Santa María de Hortis. Al otro lado una hospedería-hospital, y un arco que une los dos edificios. El camino pasa por debajo de ese arco abovedado y lleva a los peregrinos hacia la calle Mayor. La iglesia ha pasado por ser cárcel, cuartel, almacén de polvora, pero siempre ha sabido conservar la imagen del crucifijo. Lo excepcional de esta imagen es la cruz, que tiene forma de pata de oca, el signo iniciático en el mundo de los símbolos. Y me acerco al Cristo en el silencio de la iglesia, en este punto tan lejano a mi entorno: Él y yo frente a frente. "El Cristo sobre una Pata de Oca o lo que es igual, el signo de la vida, no es otra cosa que el hombre iniciado que ha trascendido a su propia elevación, habiendo alcanzado así el Reino de la Vida, de la Realidad, muriendo al Reino de la Ilusión en que los mortales estamos inmerso mientras peregrinamos buscando una luz"*.

Retrasamos el paso y nos dejamos envolver por el ambiente medieval del lugar, pero la realidad del presente se impone y decidimos repostarnos de alimentos. Nos proveemos de lo necesario en una de las tiendecitas y seguimos el camino. Así llegamos hasta el puente románico sobre el río Agra. Dicen que fue mandado construir -allá por el siglo XI- por una reina, Doña Mayor, para el uso y disfrute de los peregrinos. Desde entonces el puente forma parte del Camino. En este mismo punto nos cruzamos con un grupo de peregrinas muy en plan de turistas despistadas con ganas de ir de tiendas. Se las veía descansadas y tan ligeras de equipajes que deberían llevar "apoyo". Y es que hay quienes escogen hacer el Camino de una manera más confortable. Dejamos con pena Puente la Reina. Su trazado, las casas nobles, las piedras de fachadas y calles nos han hecho vivir por unos momentos más cerca de ese aliento simbólico y espiritual del Camino.

La ruta continúa entre cultivos que dan un apunte en verde en el horizonte que seguimos. El sendero de tierra roja se empina y tenemos un sube-y-baja suave que se nos hace rutina. Dejo constancia de estas acuarelas vivas con la cámara digital. Pasamos Mañeru y Ciuraqui. Nos encontramos un puente romano y restos de lo que tuvo que ser una gran calzada. Después tendremos que andar unos metros por el asfalto de la carretera nacional. Lorca, Villanueva o Villatuerta –que tampoco ella lo sabe muy bien- ambas tienen sus calles discretas, la iglesia con sus campanas, su fuente, un café y hasta puede haber un albergue. Finalmente Estella la bella, de la que se dice en el Codex Calixtinus que "es fértil y de buen pan y mejor vino, así como su carne y pescado y que está abastecida de todo tipo de bienes". A ella entramos por la rúa de Curtidores después de un camino que no ha sido demasiado exigente esta vez.

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de: Iglesias Templarias en el Camino

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