viernes, 23 de mayo de 2008

El país de las hadas



Para todos los que creen en los cuentos, que de ellos es la ilusión


En los cuentos de hadas el Tiempo es caprichoso, a veces tiene prisa, otras se demora, gira en círculos invertidos, y hasta hace dormir años a príncipes y princesas que tienen como madrinas a las
hadas. Quise ser una de ellas: oro en el cabello y faldas largas de transparente muselina. En las manos una varita mágica que no fuera motivo de problemáticas ausencias, hechizos torpes y conjuros. Quise tener mi propio bosque, y en el bosque un lago donde se bañaran hadas y duendecillos malhumorados, algún que otro gnomo, y sueños que tuvieran sed. También me hubiera gustado tener una casita de caramelo y chocolate, setas habitadas, y magos que cumplieran todos mis deseos en las noches víspera de luna llena.

Quise tener un bosque y a cambio de esto tuve un jardín con árboles como gigantes, hojas amontonadas, flores, y multitud de rincones secretos – mi Isla encantada- que nada tenía que ver con el mundo de los mayores. Allí, entre las claroscuras sombras en tardes calurosas y en las brisas de las noches de verano, comprendí que la verdadera magia es ver más allá de las imágenes escritas en los cuentos, y fue el Cantor de Vientos quien me llevó a ese reino cercado, quien con su rumor persuasivo me hizo apreciar los sonidos, escuchar el murmullo de un tiempo que no terminaba de pasar. Acurrucada en mi rincón favorito protagonicé historias fantásticas e interesantes encuentros: observé a cisnes desnudos bailando a la luz de la luna, conocí a Tomás el Versificador, fuí testigo de como Orfeo liberaba a su esposa, me enteré de cómo Morgan - la más famosa de todas las hadas - se llevó con ella a Arturo el Rey. Me sentí viajar en un tiempo trémulo de incertidumbres, en un espacio más allá de los Confines y que ha quedado ya invisible en la historia para siempre.
No, no tengo un bosque, pero sí tengo un jardín con tulipanes, iris, jacintos, y sombras donde juega con frecuencia el Viento, y en el que duerme mi mal criado gato – dueño y señor de todo el territorio - que lo único que espera es cazar ratones, y de eso también suele haber mucho en mi jardín.

1 comentario:

Loreto Wallace Moreno dijo...

...y yo lo que he tenido ha sido un jardín selvático entre cuyas yerbas corre mi gata intentando cazar todo lo que vuela bajo, así que las pobres hadas apenas se atreven a asomarse por si Alisí las confunde con otro pajarillo... Aún así, no desespero de verlas algún día.