martes, 1 de septiembre de 2009

Desde Málaga




Foto:www.turismoyarte.com/


Soy la misma que era, y al mismo tiempo no es así, desde el momento en que el calor me abraza desaforado y terco, pero, ¡cómo quedar indiferente ante tanto entusiasmo que deja húmedas huellas en mi piel! Con seguridad lo sabe uno de esos duendes escondidos en Puerta Oscura, que se divierte con mi impaciencia. No importa, estoy donde quería estar, sobre una alfombra de recuerdos y deseos por cumplir que traía en la maleta, y que ahora se deslumbran con la luz que borra grises y hace olvidar ausencias.

Atrás dejé otro espacio, crucé la dulce Francia, y vislumbré la plata de un Camino, en el que me alié a la naturaleza y a la Historia. Me sentí peregrina en los albergues, escuchando lo que me contaban las ancestrales piedras en su silencio. Pero mi destino era llegar hasta aquí, recomponer mis sueños y recuperar el compromiso de mi pasado con un mar favorecido de azules. Al igual que Platón intento encontrar frente a él los restos de mi propia Atlántida. ¡Aún tengo tiempo! De momento es ese azul el que ha conseguido ya borrar las sombras de mis nostalgias.

sábado, 11 de julio de 2009

¡Vacaciones!

Para todos unas felices vacaciones. Estaré de regreso hacia finales de agosto.

lunes, 8 de junio de 2009

Sueños de la farola




foto:wikipedia


Solitaria, con los pasos anclados en un mundo asomado al horizonte,
quiere alcanzar el espacio infinito de un mar que no está callado y se
rinde sin tregua, a sus pies. Invariable, gira impávida, entre anhelos
de marengos y alborozo de gaviotas. El viento es el único compañero
en noches cuajadas de insomnios.

Quedan la memoria y el reclamo de su mirada, mientras
voy contando las vueltas que me separan de su luz.

martes, 28 de abril de 2009

Pasiones



Cuesta retomar el lenguaje de esta tierra mía y duele la memoria del constante desafio del tiempo con las imágenes de antes, pero me gusta volver en esta época del año con el azahar en el aire, los claveles reventados, el romero y la cera por las calles. Encuentro el espacio y los paisajes cambiados y ya no puedo alcanzarlos con la rapidez acostumbrada. Sin embargo, también en esta ocasión he acudido a la cita de siempre atraída por esa identidad religiosa que la ciudad manifiesta sin caer en la rutina, por el esfuerzo de su gente apresurada y por la devoción exaltada entre un cierto desorden que he vivido en las noches de esta Semana Santa. Una semana en la que nos desdoblamos en dos: expectadores y actores de una historia escrita y que se sigue escribiendo. Siete días de aplausos y lágrimas, de palios y bambalinas, símbolos y rituales que hacen sentir La Pasión de una manera propia y especial pero no menos intensa, exaltada, exigente. Lo descubres en los cofrades, en los que llevan los tronos, en los ojos de los nazarenos, en la espera repetida de las imágenes. Desfilan con pasos concertados con la tradicción de una cadencia rítmica, y siempre el redoble del tambor, la campanilla, la candelaria encendida, y el valor de los que suben todo el peso en sus hombros, en un alarde de fidelidad compartida hasta llegar con ellas en sus casas de hermandad, donde sólo les queda esperar hasta la próxima Semana Santa para salir. Una semana, siete noches para La Pasión del sur.

Y yo volveré y me veré obligada a vivir otra clase de pasión que ha ido conjugando desde siempre mi identidad con la misma exaltación que tuvieron los desfiles. Una pasión que fija límites en el órden establecido de las cosas, que desafía voluntades, que levanta la voz para imponer sus condiciones sin querer asumir el tiempo que le queda, y que también nos obliga a marchar con pasos y por sitios concertados. Pero volveré a esta tierra y mi memoria se hará audaz enfrentándose a las imágenes de entonces. Volveré y seguiré hablando, con un lenguaje sin hostilidad, de mis propias emociones. No habrá fidelidad, pero quizas así pueda enfrentarme y vencer los tiempos imperativos que restan.